Blogia
Relatos olvidados en el metaverso

risas

Paté y turrón

Paté y turrón

Si ahora se cuela en el vagón un tío disfrazado de ratón, como en el vídeo de instagram, me da algo. Creo que son puro montaje la mayoría de esos vídeos. Repasaré la lista de la compra de mañana, todavía me quedan una infinidad de estaciones de metro.

 Alguien entró y se sentó enfrente. No lo mires. Te dije que no lo mires. La naturaleza humana nunca sorprende, curiosidad felina más bien. Prosigue con la lista de la compra. Los patés al final se quedan siempre a medias. Ese pan tostado con pasas que sobrevive en el armario hasta junio, y el turrón ¿Quién come turrón después de la cena?

 Quedan cuatro estaciones todavía. Sólo resuena en mi cabeza la voz en off que dice “...al salir, anden en curva” Y dale,otra vez. Ahora ya no puedes evitar mirar su mascarilla, higiénica por cierto. Como la tuya del Thyssen, inspirada en Jacques Linard, Porcelana china con Flores. No me lo puedo creer, tiene a John Coltrane tocando el saxo. Cultura la mía ninguna,recuerdo a Sergio que tenía aquel vinilo de Lo mejor de Coltrane. No sé cómo se encuentra ni qué hará esta Navidad, tal vez le llame. Mi estación, me voy a casa (cuidado con el andén en curva).

  

Gran invento el audio en el whatsapp. Al principio los odiaba, no me gusta mi voz. Después decidí no escuchar lo que envío. Se economiza tiempo. Un saludo escueto y a esperar respuesta.

 

Ya voy, ya voy. No para de sonar. Nos tiramos media vida con el móvil en la mano y otra media buscándolo.

-Hombre Sergio ¿Qué hay de tu vida? Ayer vi un tipo en el metro con una mascarilla del músico del saxo que te volvía loco y pensé en llamarte.

-Gracias Laura, me alegro mucho que te acuerdes de mí en estos momentos.Tengo que confesarte que ahora mismo vivo confinado. Imaginarás que tengo covid, pero lo que tengo es miedo a no estar localizable y sin batería en el móvil. Tengo que saber en cada momento cómo progresan mis padres.

- ¿Qué les pasa? Sergio, cuéntame. Y perdona que no te haya llamado antes.

- Mi madre ingresada en el Hospital Ramón y Cajal con un meningioma que le afecta a la movilidad de medio cuerpo. Mi padre ingresado en el Hospital Doce de Octubre con un ICTUS, que lo trasladarán para recuperación en otro hospital de media estancia y además en unidad covid. Porque él sí que lo tiene. Estoy en tratamiento por ansiedad y con baja laboral, sin un ápice de esperanza.

- Y yo pensando en los patés y el turrón. Voy a tener que traerte a casa a tomar una copa de cava con ese disco tuyo, Sergio.

-Gracias Laura pero no somos familia ni convivientes y tal vez ni allegados. Te lo agradezco de todas maneras. Siento tu abrazo virtual, por así decirlo.

- Hagamos algo.Nos saltamos las normas. Vayamos a la calle Ibiza, hay bares con sus terrazas, podemos tomar una copa.

-Estoy yo para saltarme nada con la que tengo en mi casa, sois unos inconscientes. Adiós Laura.  

 

Qué pesadilla acabo de tener con Sergio. Voy a llamarle para saber de su vida.

-Hola Sergio, me acordé de ti, espero que tus padres y tú estéis bien.

-Gracias Laura, pero vengo del tanatorio. Mi madre ha fallecido de un meningioma.

- ¿Y tu padre?

-Está muy triste pero era un duelo largo, crónica de una muerte anunciada.

- Siento tanto lo de tu madre y no haberte llamado antes. Y tu padre está bien, ¿no tiene nada?

- Espero que no, es lo único que me queda en este momento...

 

¡Madre mía!¡Por Dios! Una pesadilla dentro de una pesadilla. Ya no sé si llamar a Sergio.

-Hola, te llamo para saber si no tienes nada.Me he acordado de ti estos días.

-Gracias Laura, no me encuentro bien. Tengo covid, me lo dijeron ayer. Asintomático pero en casa.

-Bueno mira el lado positivo, por lo menos tus padres no están muertos ni nada de eso.

-Ellos están bien, yo recluido en mi cuarto. Espero que no sea un tipo de maldición lo que me acabas de decir, Laura.

-Perdona, sólo quería saber de ti y los tuyos. Me lié con el paté y el turrón y no sé porque llegué a estos jardines.

-Ya hablaremos Laura, estás muy rara. Saludos.

 

¡Otra vez un mal sueño! Me voy a levantar de una vez. Ni llamo a Sergio, ni felicito la Navidad este maldito 2020 a nadie, ni compro paté y menos turrón.  

                                                                                                        YRB©

Kalikeño

Kalikeño

"Almas gemelas,el yin y el yang, piezas de puzzle, Paul Newman y Joanne Woodward, el pez payaso y la anémona... Y cuando todo está aprendido, gozado, odiado,consumado, consumido,admitido, negado... Entonces inventan el tapón a rosca y adiós para siempre a mi querido abridor".

 

Relato ganador en el concurso microliterario organizado por Kukuxumusu con motivo del lanzamiento de la minicolección T-shirt/T-short en la que han colaborado Kirmen Uribe y Espido Freire.

CARIÑENA

CARIÑENA

 

 

  Dos enólogos conversaban acaloradamente sobre un joven rioja que prometía como los mejores caldos. Al otro lado de la bodega, un empleado barría el suelo a conciencia, sin atender a tal disertación. El más joven de los expertos ofreció vino al operario, lo saboreó y dijo: ¿cariñena?

 

Texto incluido en el libro SORBO DE LETRAS del II Certamen internacional de literatura hiperbreve «el rioja y los 5 sentidos»

NOS VIGILAN...

NOS VIGILAN...

Surgió una luz verde, vaporosa, como el calor que asciende del suelo cuando respira la Tierra. Debajo de la luz crecía un ser por momentos. Una criatura sin cabida en cualquier lugar que no fuera en el que nos hallamos, la que cuenta y ustedes los que escuchan. Se preguntarán dónde se fueron sin marcharse de sus casas. Cuando alguien mueve las páginas de un libro, mueve los hilos de la imaginación y ahora es lo que cuenta: su ritmo al leer. Tras la explicación de la que cuenta, una servidora, seguiré con la criatura que los momentos de crecida le ayudaron a esperar nuestro retraso, por tantas explicaciones en este lío de ustedes y yo, la que cuenta, obviamente. La criatura que surgió de la luz verde, vaporosa tenía ídem color. Sin tinturas, era así de forma natural si podemos llamar natural a lo que en este mundo sería considerado sobrenatural. Las hojas de los árboles cuando no están secas y la hierba, cuando no está seca, son de color verde. Dicho color que no sé definir de otra forma, porque si fuera rojo se diría corinto o tal vez magenta, depende de la tonalidad. Lo llamo verde al verde que poco más puedo decir si es verde manzana, verde oscuro o verde monte, pero siempre con el sustantivo del color delante para no llevar a equivocaciones. Tras las explicaciones nos demoramos con el tamaño que alcanzó el ser, podría tratarse de la planta de las alcachofas, pero esas tienen algo de morado, así que pensemos en una acelga, aunque tienen algo de blanco, pues pensemos en un geranio que todavía no floreció y nos inunda el olor de sus hojas al movimiento tras la brisa, también ésta vaporosa. Espero que cuando la criatura hable, si tuviera cuerdas vocales, no nos eche de éste, su espacio que todavía no hemos sabido definir porque aquí vino usted con las zapatillas de casa y yo, la que cuenta, sin brújula o lo que sería más moderno sin un navegador por satélite, que las tecnologías también se impusieron de moda en estos cuentos, supuestos llenos de fantasía. De momento los sms los dejaremos a un lado hasta que el ser, que podría ser la cebada ya espigada decida hacer uso de la dicha tecnología humana.
Este lugar, el que nos ocupa parece frío, no parece sano, parece que no parece no obstante pensaremos que es un habitáculo, demos crédito a la ausencia de agorafobia y seamos los que no tenemos miedo de saber que este espacio no es más que parte del universo. Mejor lean a Isaac Asimov si quieren que les formen en esos conocimientos del saber científico. Es posible que ustedes se confundieran debido a la inminente presbicia y tomaron un libro de la repisa de arriba y tomaron el libro equivocado, vayan haciéndose a la idea. Sólo digo, que es una posibilidad, perdón por mi osadía. Prosigamos con lo verde, el ser y lo que no existe porque entonces nos engulle el tedio y hubiesen ustedes preferido no toparse con la verborrea, de la que cuenta, que ya nos empieza a resultar cargante, y lo digo yo que obviamente y si han seguido esta locura de texto desde el principio, es la que os habla. Ya tenemos el roce suficiente para dejar el ustedes e iniciar el tuteo en esta larga paranoia, de la que podéis salir con un plafff… un solo plafff. Pensarlo ahora que estáis en el principio de la historia, que todavía no sabemos de donde viene ni a donde va.

Deberemos ser valientes porque el ser se acerca a nosotros y no sabemos que perspectivas de vida tiene ese brote verde y si nos contagiará algo de su planeta, bueno de su espacio que no sabemos si se pudiera tratar de un alienígena. Entonces ya nos podríamos hacer una idea del tipo de historia, una de ciencia ficción, claramente. Pero, sólo pero, si el ser vino de dentro de la tierra, de algún hueco de alguna rupícola o bien nunca se fue sino que estuvo siempre en el habitáculo que bien podía ser un bosque, entonces hablaremos de un cuento de fantasía, novela o enciclopedia a este paso con brotes que corretean en las repisas de su librería y que nos esconden las zapatillas. Perdonar que se me fue el tuteo, ahora lo revierto en cordialidad con ese duende frondoso. Perdonar mi acusada miopía no traje gafas y no hay nada más absurdo que hacer una descripción sin vislumbrar lo que se deja entrever. Con vuestra inminente presbicia y mi ya holgada miopía debemos hacer un pacto si no deseamos se nos pegue la enfermedad que porta el ser. En que historia pandémica acabo de meteros sin venir a cuento, el cuento del ser verde no es mucoso pero mi hipocondría torna ahora al marrón de las hojas secas con el matiz morado de las berenjenas, digo de las alcachofas.
El ser verde se enfadó, ya no es vaporosa su luz, es opaca, pero dice no conocer a francisca. Perdón, chiste flojo y no es momento de gracias que aquí anda to dios enfadado por no saber hacia dónde se dirige esta historia. Ni yo misma, ni ustedes tuteados, ni el ser opaco que torna a verde oscuro.
Alguien le dijo al ser, ahora sólo traduzco lo que me comenta el duende vaporoso, sin literaturas ni opulencias, porque el lenguaje de un verde ser no se traduce como el chino o el finlandés. Los signos de interrogación, es decir, las preguntas y exclamaciones quedan reflejadas es gestos infantiles. Me dice el duende que pedalee, entonces entiendo que eso debe ser algo así como que me vaya de paseo, tanto aquí como en el resto del universo. Dice, ahora ya más calmado tras el inciso de varias páginas, que viene en son de paz, que clama al rey de los yerbajos para que nos engullan a vosotros y a mí, que con tanto querer saber ya hicimos que desatendiera el bicho verde sus obligaciones. Ahora me acaba de llamar gusano, eso lo traduzco también para hacer constar su falta de respeto, pues si le llamé bicho fue por desconocimiento de su nombre y no saber tutearle como a los que vinieron en pijama de sus casas.

Me llamo Andresito Pérez Núñez pa servirle a usted y a mi patrona la virgen de los dolores que nos ampare en este mundo diosito se lo pido...

Allí estaba aquel ser de color ya descrito de mil maneras, no era duende ni era bicho, ni usaba yerbajos, con o sin oficio ni beneficio se puso firme aquel ser. Y tenía cara de ser buena persona pero tan verde que no daba confianza, y su dialecto acompañado de modismos, que parecía salido de un anuncio de taquitos o burritos.

Me llamo Andresito Pérez Núñez y vengo de una galaxia cercana, sacrosanta galaxia, amorosos todos y oradores de la patria de nuestros ancestros que motivan la existencia de todos los nopalitos que habitamos allí...

Ahora no había quién le parase al ser, apodado Andresito, digo si el topónimo sería nopalito, nopalí, nopero o chumbera.

Me llamo Andresito Pérez Núñez (cargante el tipo sin duda) y no soy sordo porque en nuestra galaxia no existen los defectos, la genética se controla mediante clonación, así que más respeto por parte de la señora tostón que es la que cuenta y ustedes los que escuchan ahora les llegó el momento de escuchar al personaje y no a la narradora que hasta este momento no dijo nada y sólo mostró su daltonismo exacerbado tal vez por la edad.

¡Rediez! Intransigencia la de este salvaje camaleónico extraterrestre, que si saben de genética y son perfectos en cuanto a salud, creo que son cretinos y no lo digo sólo por sus modales sino también por el aspecto más de Las Urdes de antaño, que de una galaxia inteligente, y además muy religiosa. Eso huele a publicidad camuflada de algún evangelista extraviado. Tal vez los haya mandado el Bush para cometer algún nuevo atentado mientras nos despita la CIA con sus ardides.

Menos lobos señora pinche narradora, yo Soy Andresito...

Ya hijo, tómate una gaseosa y nos dejas descansar un rato porque entre mi daltonismo y tu manía de repetir el nombre creo se nos acaba el tiempo, el cuento y quién sabe si las ganas de contar o llega la hora de almorzar.Y por qué no, practicamos los que escuchan y la narradora, el canibalismo porque total los vegetarianos ni lo notarían. Distinguir una acelga de otra parlante no tiene mucho misterio, sólo si ésta última fuera portadora de una bomba y entonces se declara la invasión de estos andresitos cantamañanas perfectísimos, empaquetados en packs de seis. A buen precio, oiga señora y calentitos...

La señora narradora es una demente, no lo dice Andresito Pérez, lo dice también la comandancia de mi galaxia y de hecho venimos a advertirles que esta narradora, tal vez humana y demente, tal vez un burrito camuflado, es peligrosa. Por eso decidimos rescatarles de esta tediosa lectura, se equivocaron efectivamente de estantería. Las novelas de ficción son más arriba, este cuento que no debió estar en sus casas, no es más que un boceto de lo que un día podría ser las telarañas de la mente demente de la que escribe. Y esperamos que ustedes...

No les hables de ustedes que casi desde el inicio de este preciado cuento, nos tuteamos, ¡osobuco! que ya ni respeto tengo en mi propio rincón.

Y esperamos, en primera persona Andresito Pérez y la sacrosanta galaxia de la que venimos, amorosos y oradores todos, esta mujer no les haya importunado mucho. Somos el nuevo servicio de espionaje de la nueva inquisición intergaláctica y estamos haciendo nuestro trabajo. Ahora les damos las gracias, disculpen y traten de apartarse de tan barroca lectura que ni para dormir les servirá.



Sería una osadía, señor lector, ya sin tuteos, que escriba una historia en la que rescatan a una pobre mujer que quería escribir, de las fauces de un dragón apodado Santiaguito Ramirez pa comerles a ustedes y al que le acompañe...

Y si no, den recuerdos a los otros lectores y recen por mí tres avemarías, porque entre el punto de cruz y rezar en esta rudimentaria celda, prefiero que me venga la fe por si acaso en última instancia se pudieran apiadar de una servidora.

Mil gracias por adelantado.

DISPERSIONES DE UN LEVANTE CUALQUIERA

DISPERSIONES DE UN LEVANTE CUALQUIERA Una mañana más se asoma el sol por los rascacielos de taitantos pisos, eso quiere decir que los domingueros vienen como los pastores a Belén. En fila india se asoman las sombrillas, ¡que miedo! vienen los cocodrilos. Parecen desgastados ya, el plástico de las colchonetas es lo que tiene. A esta civilización le quedan dos días, os lo digo yo.
Ya están aquí; ojala quemara yo que rabiara, ojala viniera el viento del norte y me enviara lejos hacia las calas, aunque pronto esos secuaces domingueros lo descubrirían y vendrían a por mí. No sé si es magnetismo lo que sienten esos urbanitas o es que disfrutan pisándome.
Y ahora el invento de las esculturas de arena. Parezco mortadelo, todo los días una parte de mi al lado del paseo marítimo. Todos mirándome con cara de tontos dependiendo de si soy Conan el Bárbaro o la Sofía Loren. Os confieso que disfruto cuando me transformo en Poseidón, ¿quién no fantasea alguna vez?
Echan unas míseras monedas a mis faldas, el escultor recoge el chiringuito y  marcha al burguer de la esquina.

 

Mañana ¿Dónde posaré?, ¿quién seré?, ¿saldrá el sol?, ¿exterminarán a los domingueros?

 

YRB

GRIS,LA VIDA ES GRIS

GRIS,LA VIDA ES GRIS

¡Será weón el pibe! Se me sienta al lado el adolescente éste y luego, de puro inquieto salta del asiento y me pide permiso para hacerme una foto. A mi, con esta cara horrenda y ya senil, seguro que quiere mostrar la foto en algún programa televisivo de jodas. El chilenito de mierda no sabe que soy un puto gallego instalado en la Argentina y que vine de paso por acá. El yerno del Abundio que vive en Santiago hace ya más de veinte años casco sólo hace tres días de un infarto, cuando estaba cogiéndose a la vecina. A estas edades yo sólo me conformo con atinar al orinar en la taza y no hacérmelo en los pantalones. Valiente gilipollas el pibe, y a mi que me importa un cojón el hombre éste.  Lo hago por el  Abundio, éramos íntimos allá en la piel de toro, emborrachándonos con ribeiro las tardes de los sábados en la pulpería de Santiago, pero de Compostela que conste, por los viejos tiempos será…

No podría el mierda este de los pelos largos enfocar a la flaca de atrás, esa que vi antes que tiene unas buenas lolas, a la que invité con la mirada para dejarle un sitito, pero nada, quien se va a querer sentar al lado de un viejo. Alguien que se encuentre extenuado de tanto laburar todo el día y no haya sitio en  todo el vagón, o el macaco este de las narices haciendo fotos del metro, pendejo. Seguro que no me pide la dirección para enviarme la foto, con lo bonito que es el abrigo que llevo hoy, de color gris. El caso es que si fuera el retrato en blanco y negro lo mismo daría. Gris, como la vida es gris.

YRB

UNA TARDE EN EL FARO DE MONCLOA

UNA TARDE EN EL FARO DE MONCLOA

 

 La Eusebia mujer madura ya con 47 años, depresiva en tratamiento, decide subir al faro de Moncloa para suicidarse. La moza, porque todavía era moza que no conocía varón alguno, vivía en Panzarriba, provincia de Lacogorza; ella siempre dijo que era de la capital. Tomó el ascensor y una vez arriba pudo observar la ausencia de puertas y salidas de emergencia visibles. Sólo grandes ventanales de cristales blindados y una panorámica de Madrid que le traía sin cuidado. Vaya tres euros peor gastados, inútiles, pensaba la Eusebia. Tomó de nuevo el ascensor y quiso descender hasta el infierno, por esta vez tuvo que conformarse con salir a la calle y sentarse en un banco.
Pensaba en lo duro que podría estar el suelo, y como quedarían sus carnes flácidas en el asfalto. Esta vez daba gracias a dios por no llevar a cabo su autolisis, si no habría hecho el ridículo hasta la muerte y encima no se había cambiado de muda, llevaba esas bragas de cuello vuelto, más viejas que la Sara Montiel. Que vergüenza si hubiera llegado a la UVI sin poder mediar palabra para comunicar que esas no eran sus mejores bragas.
Habían sido 47 años carentes de eventos y en tan sólo unos días de su insulsa vida transcurrieron circunstancias jamás vividas en su Panzarriba natal.
La Eusebia
prestó más de 17 años de servicios como asistenta doméstica, por domesticar ni siquiera lo consiguió con las cucarachas de los baños de aquel edificio, mole de cuyo nombre la Eusebia prefería no acordarse. Llevaba ya más de 9 años en paro, parada de larga duración así constaba en su tarjeta del INEM. En su historial médico quedaba registrado como diagnóstico “depresión mayor”, de año y medio de evolución en tratamiento con prozac.
Para la Eusebia todo tenía que ser grande, en su nombre lo llevaba, se llamaba Eusebia Grandes Lolas. Ella nunca supo la connotación de “lolas”, se habría muerto sin necesidad de precipitarse por un faro. 
Todo empezó cuando la Juani, única amiga o similar de la Eusebia, motivó a ésta para que entrara en un cibercafé. La Juani era un espécimen autóctono, mejor especificar endémico de Panzarriba. Otra parada de larga duración, también doméstica y como la solitaria, que aparte de estar más sola que la una era más larga que un día sin pan. Por eso se quedó soltera, los mozicos de su pueblo paticortos todos ellos no querían formar parte del llavero de la Juani, definitivamente la dejaron de lado cuando se lanzó al mercado el súper producto denominado “tamagochi”. La muchacha se había echado un cibernovio, que asustó a la Eusebia cuando vio la foto; era más negro que el carbón de las glorias del pueblo y tomaba el café con Dios, por los metros que tenía el hombre de largo. Claro que todo lo tenía grande el negrito, que era de Kenia, tránsfuga de una tribu en extinción. Se llamaba Toctumbumbotiri, pero se quedó en Bumbo para facilitar el chateo, aunque la Juani era una bruta, nunca se quedó con los nombres y le llamaba Bimbo, la muy bruja cuando miraba su miembro viril, que lo aumentaba varias pantallas con el Photo Shop decía que estaba como el pan, rico, rico.
Un día Bimbo llegó a Panzarriba, no precisamente con Iberia. Desembarcó en Almería, no precisamente de un ferry, eso sí la patera en la que vino admitía la media pensión y visa. Buscó a la Juani en el único cibercafé del pueblo que se llamaba “los chat@s”, nunca destacó Panzarriba por la originalidad de los oriundos, pero eran muy limpios, de eso estaban orgullosos. Nada más verlo la Juani se echó las manos a la cabeza, le parecía muy negro y su obsesión en unos cuantos meses fue lavarlo con piedra pómez y jabón lagarto para aclararlo, es que ya dije antes que eran muy limpios los panzarribanos. El caso es que se casaron y se fueron de luna de miel a la provincia de al lado Zampamelotodo, de primera elección en los viajes de novios panzarribanos. Antes de marcharse la Juani le dio a su amiga unas semillas mágicas que había traído Bimbo, perteneciente a los chamanes de su tribu. Decía la Juani, con otro tono de voz, seguro que de los polvos que echó con el negro se le aflautó, aunque con tal instrumento no le extrañaba a la Eusebia, bueno pues decía la Juani que con sólo tomarte una de esas semillas se hallaba lo anhelado. La Eusebia, un tanto escéptica ante la mierda de vida que tenía no creía en castillos en el aire, por no hacer un feo a su amiga del hígado, quise decir del alma, se lo agradeció mucho y las guardó en el frasco del pimentón. Con las hemorroides que padecía hacía años que no usaba el pimentón, no le molestaría allí la ponzoña esa zulú.
Llego el momento de lanzarse. Presentía que ese día conocería a su amor. En caso de no ser así se lanzaría directamente al vacío. Entró al Chat@s para iniciar su idilio con algún varón de entrega absoluta y poca cordura, todo le daba igual. La Juani no estaba, ella sólo conocía el chateo de vinos. Dos muchachos estaban muy afanados delante de uno de los ordenadores y cuando la Eusebia se acercó para pedirles ayuda con esto del Internet, los chavales salieron corriendo espantados. Sorprendida por la carrera de los niños se acercó a la pantalla que dejaron encendida y para su suerte, vio como se desplazaban continuamente las letras, eso lo conocía por la Juani, era un chat. Se sentó y observó la pantalla, hipnotizada con pánico por interactuar con los allí parlantes que escribían sonidos onomatopéyicos extraños como smuacssss, ciao :D :_C, etc. La Eusebia quiso teclear algo pero rápidamente le pidieron un alias, ella sabía por la Juani que el ordenador se refería a un mote. Sólo se le ocurrió su primer apellido, que en el pueblo lo llevaba todo dios, muy apreciado por ella, porque el segundo apellido nunca lo entendió.
Escribió “Grandes”, temblorosa no daba una en el teclado, trató de saludar a los personajes de aquel chat. En la parte superior ponía algo así como rocco_si_freddi, ese era el nombre del salón. Entabló conversación con alguien que debía ser gracioso porque todo el mundo acto seguido empezó a colocar repetidos “ja”.        La Eusebia que no había estudiado mucho pero que era muy inteligente dedujo que al colocar un “ja” detrás de otro “ja” y así sucesivamente significaba que la gente se reía a carcajadas. Ella era muy inocente, no había conocido mozo alguno, que todavía era ella moza. Aquel individuo se llamaba “Macías_Pajas”. Cada vez que hablaban se intercalaban los nombres y ese descubrimiento por parte de los chateros fue todo un acontecimiento. Ajena a todo eso la Eusebia entabló una conversación de lo más amena con aquel muchacho, él interrogaba a la Eusebia con preguntas raras y con cierta ansiedad, pero a ella no le importaba, estaba delante de una pantalla con sus mechas de 7 centímetros de raíz, sin sujetador y sus flácidos pechos hasta la cintura, una batita floreada de entretiempo y unas zapatillas de estar por casa de rizo, eso sí muy presumida ella, los estampados en rosita chicle. Los complementos no eran del Corte Inglés precisamente, que los chinos tenían unos bolsos a 5 euros monísimos .Llevaban un paraguas en el lateral y una funda de móvil. Quedaba muy a juego aunque la Eusebia no tenía teléfono y nunca llovía en Panzarriba, pero había que modernizarse.
En una de las líneas de la conversación, en ese momento se dio cuenta que necesitaba gafas de cerca, no veía nada. El muchacho le dijo que si entendía y ella pensaba que este hombre parecía un poco torpe, ella era española y le hablaban en castellano, ¡como no entenderle!. Más tarde apreció la Eusebia, porque no tenía estudios pero era ávida para entender, que el muchacho dominaba los idiomas, porque le habló del francés y del turco. Hombre joven, guapo e inteligente, le empezaban a temblar las piernas a la pobre mujer, porque además él la quería como era al natural ya que le decía reiteradamente que le gustaban los cuerpos hirsutos, con mucho vello. Ahí la Eusebia ya se relajó, recordaba el día que fue al zoo y un bebé gorila fue corriendo a su encuentro y la abrazó como si fuera su mamá.
Deseaba encontrase con ese hombre cuanto antes y así se lo propuso. El “Macías_pajas” y “Grandes” tendrían una cita a ciegas, su primera cita a ciegas que si era prolifera podría llegar a boda. EL chico le dijo como colofón que desde el principio de la conversación intuía que “Grandes” controlaba el tema. La Eusebia se ruborizó, ella que nunca había chateado por una pantalla y ya controlaba el tema, cuando los únicos temas que había visto en su vida eran los del colegio en la EGB, que ya ni existía.
Llegó la mañana siguiente, la Eusebia no había dormido en toda la noche pensando en su “Macías_Pajas” nunca desvelaron los nombres pero en aquel encuentro se conocerían a fondo y acabaría en boda la cosa, que la Eusebia también sabía intuir muy bien. Como el muchacho la quería como era, al natural, no fue a la peluquería, que era la Juani la que normalmente le arreglaba las mechas y estaba en Zampamelotodo con el zulú de los cojones, nunca mejor dicho. La Eusebia todavía tenía sus dudas sobre si el hombre venía del mono, en su caso desde luego que sí, pero el Bimbo podría proceder del elefante sin problemas, por la trompa. En ese momento le llegó a la mente las semillas que guardó en el pimentón y fue a la cocina para ver si no habían desaparecido por arte de magia. Allí estaban, coloradas por la especia, no importaban las almorranas por esta vez, se tomó las semillas llenas de pimentón.
Tubo que marchar a la capital para quedar con aquel maromo, la Eusebia iba muchas veces y se sentía una conciudadana más, andaba por las calles como si estuviera en su natal Panzarriba. Habían quedado en un bar, cerca de un barrio, detrás de la Gran Vía llamado Chueca. El bar tenía un nombre extraño, se lo apuntó en un papel que olía a pescado que mataba porque en el Chat@s, no tenían nada donde apuntar y tomó el papel de envolver las sardinas. Como estaba tan nerviosa se limpio el sudor de la frente y el aroma llegó a embriagar al ciego de la ONCE de la esquina de Fuencarral con la Gran Vía, que la llenó de halagos y le dije que estaba muy calentito y aludió a un conejo. La Eusebia pensó que el pobre hombre antes de la desgracia de quedarse en ese estado fue pollero y estaba recordado su oficio, se emocionó, ella era muy sufrida que veía siempre el programa de “Sucedió en Madrid” para confraternizarse con los desgraciados.   
Por fin estaba delante del bar aquel, parecía elegante, leyó el letrero “ OSOS AMOROSOS”. El letrero luminoso de neón presentaba en los extremos la cara de dos hombres calvos. La Eusebia estaba muy sorprendida pero tenía que entrar, era su última oportunidad.  El local era muy oscuro, parecía un antro vacío con sillones que le recordaban a la Eusebia a una exposición que vio en Barcelona sobre la tortura en la inquisición. Le dio un escalofrío por la cintura y rápidamente se acercó a la barra a pedir una coca cola y despejarse un poco.
 Allí estaba la Eusebia, como si se hubiera comprado la entrada en el parque de atracciones para la casa del terror. En caso de no estar allí se hubiera aburrido viendo la televisión a la sobremesa, todas esas mariconas que hablan de la prensa amarilla, todas esas mujeres perfectas y siliconadas que rebotaban al caerse al suelo. Ellas no sabían lo que era el ciberamor con un buen “Macías_Pajas”.
La espera era una desesperación, la coca cola se convirtió en dos y luego en tres y después en cuatro. No llegaba aquel hombre, se pudo echar atrás, demasiadas emociones en dos días.
La Eusebia
sintió una comezón en las tripas, no era ese gusanillo insidioso del amor, no. Entre las burbujas del archiconocido refresco, que me niego a nombrar de nuevo, y las semillas del amor se organizó un cóctel monotoff de órdago en los intestinos de La Eusebia. Como la mujercita no encontrara un baño rápido podría confundirse el sifonazo con una nueva expansión de los universos.
No era momento de hacer una ficha al individuo aquel, éste iba en cueros, que no desnudo sino encuerado. Lo que más le atrajo a La Eusebia del hombre fue su calva reluciente, le era familiar porque le recordaba al suelo de su casa, y eso le acercaba a su tierra natal Panzarriba de donde nunca debió salir. Durante todo el tiempo de espera en la barra La Eusebia, por el rabillo del ojo observaba al camarero, con cierto disimulo pudo ver como este personaje estaba pegado a la pantalla de un portátil, otro asiduo del chat pensó ella. Pero era un ser extraño, a la vez que supuestamente chateaba, miraba recurrentemente hacia la salida del local, con gesto de ansiedad, consultando una y otra vez el reloj que portaba en la muñeca izquierda. En el momento que decidió acercarse al hombre para preguntarle por el baño, este salió de la barra y a trancos salió por la puerta, como un oso en cautiverio paseó calle arriba, calle abajo, una y otra vez. El muchacho tenía un buen culo, pero La Eusebia en este momento no podía pensar en agujeros, sólo en cerrar los dos propios longitudinalmente opuestos no fuera que uno de los dos se abriera a destiempo.
Lo que no podía entender era su instinto gatuno, una curiosidad tal la que le carcomía por dentro de tal forma que se acercó a la pantalla. En ese momento se activó el salvapantallas del pc y en letras grandes de color rojo sobre fondo verde se movía a modo de marquesina una frase “¿Qué maricón del barrio sirve mejor las copas?” a la que sucedió otra marquesina portando la respuesta. En ese momento La Eusebia al leer la siguiente pantalla se mareo. El corazón saltó de su pecho, no sentía las piernas y lo que es peor, su culo simuló la erupción del Vesubio. Simulaban las semillas con lo gaseoso del refresco cola unos fuegos artificiales acompañados con sonoros efluvios. Amenizó el local con una coprofiesta, portando un reguerillo que no tenía fin entre las piernas, de color barrizal, por no ser más escatológica la descripción. Con lo limpia que era La Eusebia, de Panzarriba nada menos. Ya nada le importaba, había tenido a Macías_Pajas delante de ella toda la tarde, era el maricón que mejor servías las copas del barrio y se había cagado del susto.
La Eusebia se marchó volando de allí, tan ágil como la situación lo permitía ya que el suelo estaba algo resbaladizo, por lo del volcán. En la calle hacia arriba se encontró con el maricapajas con el que no medió palabra. El camarero la ignoró, ya que esperaba a su maricón, hirsuto y buen entendedor, pero al roce con aquella vieja tubo que taparse la nariz por el olor hediondo que dejó como una estela. Lo único que obtuvo La Eusebia de la espera fueron los refrescos gratis. A veces el optimismo de esta mujer era inoportuno.
Al día siguiente de lo sucedido La Eusebia fue a media tarde al Faro de la Moncloa.
El resto ya lo saben ustedes. Realmente todo no lo saben. La Eusebia después del fallido intento y de reflexionar en el banco se levantó y se dirigió al cibercafé más cercano. Esta vez sería sincera, más todavía si cabe. Nada de apellidos vulgares como nick, esta vez se llamaría simplemente “LAEUSEBIADE47AÑOSOLTERAENTERAYCASADERA”, entrando al canal “los_desesperados”

YRB